Con esos amigos para que quiero enemigos
"Consoladores molestos sois todos vosotros.
¿Tendrán fin las palabras vacías?
¿O qué te anima a responder?
También yo podría hablar como vosotros,
Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía;
Yo podría hilvanar contra vosotros palabras,
Y sobre vosotros mover mi cabeza.
Pero yo os alentaría con mis palabras,
Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor"
Job 16:2-5
Los amigos de Job no lo ayudaron para nada. Tomaron una actitud de superioridad y de jueces, y durante toda su participación le insisten a Job que algo debió haber hecho mal para que ahora se encuentre en tan precaria situación.
¿Cuántas veces, quizá, hemos pensado igual que los amigos de Job? Nos apresuramos a analizar la situación y a sacar conclusiones limitadas por nuestros puntos de vista. Estos personajes no podían juzgar a Job porque no tenían todo el panorama. Nosotros no podemos hacer aseveraciones críticas porque sólo Dios conoce los corazones. Personalmente he caído en esto muchas veces, pero poco a poco voy aprendiendo a dejar a las personas en las manos de Dios. Él es el único que conoce todos los factores y se encarga de las personas.
Yo, quiero ser como Cristo. Amar a aun aquellos que me hacen mal y pedir que el Espíritu Santo haga su obra en ellos. Dejemos que el Señor sea el que se encargue de juzgar y tratar con los corazones, y nosotros, mientras tanto, tratemos a nuestro prójimo como quisieramos que él/ella nos tratara. No somos mejor que los demás.